Cada 21 de julio, los médicos veterinarios de los países suramericanos celebran su día. Así fue determinado durante el I Congreso Grancolombiano de Médicos Veterinarios, llevado a cabo del 21 al 28 de julio del año 1946, en las instalaciones del Liceo Andrés Bello de Caracas, durante deliberaciones entre las asociaciones de médicos veterinarios de Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela. No obstante sólo en Venezuela se siguió cumpliendo con este decreto, mientras que los otros países celebran este día en fechas diferentes -el 10 de mayo en Colombia y en Panamá el 4 de octubre, día del patrono de los animales, san Francisco de Asís.
Vale la pena recordar la fundación de cada una de las Facultades que formaron profesionales brillantes y de gran valor científico para nuestro país. Según comentó hace algún tiempo Alba Codutti Médico Veterinario de gran trayectoria “La Facultad de Ciencias Veterinarias de la UCV (Maracay), inició en 1938, por lo que este año cumple 73 años. La Facultad de LUZ (Maracaibo) inició en 1965 (46 años), la Facultad de la UCLA (Barquisimeto) en 1963 (44 años), la Facultad de la UNEFM (Coro) en 1981 (30 años) y la más joven, la Facultad de la UNELLCRG (Zaraza) en 1990 con sólo 21 años”. Apuntó.
“Los Médicos Veterinarios debemos sentirnos felices de todo lo logrado en este cuarto de siglo y enaltecer y defender nuestra profesión, sobre todo del ejercicio ilegal que tanto daño hace, principalmente a las mascotas y a la salud pública. Es importante resaltar nuestro papel en la Sociedad, nuestro valor en la Producción Animal y en la Sanidad Pública y así entender que un país que produce alimentos y cuida la salud de su población es un país que progresa”. Alba Codutti.
¿Qué es ser veterinario?
Ser veterinario no es solamente cuidar a los animales. Es sobretodo amarlos, no fijándose sólo en los patrones éticos de una ciencia médica. Ser veterinario es oír los maullidos, mugidos, balidos, relinchos, cacareos, y ladridos, y principalmente, interpretarlos y entenderlos. Es gustar de la tierra mojada, del campo, del monte, de los espacios abiertos, de lunas y lluvias.
Ser veterinario es no importar si los animales piensan, pero sí que sufren. Es dedicar parte de su ser al arte de salvar sus vidas. Ser veterinario es aproximarse a los instintos. Es perder los miedos. Es ganar amigos de pelos y plumas, que jamás te van a decepcionar.

Ser veterinario es detestar encierros y jaulas. Es perder un tiempo enorme apreciando rebaños, tropillas y vuelos de pájaros. Es descubrirse permanentemente a sí mismo, a través de los animales. Ser veterinario es ser capaz de entender meneos de colas, arañazos cariñosos y mordiscos de afecto.
Ser veterinario es ser capaz de entender ojos tristes, orejas caídas, narices calientes, inquietudes o reposos anormales. Ser veterinario es entender el lenguaje corporal de los animales, pedidos mudos de ayuda, interpretar gestos y actitudes de dolor, y conocer la forma de aliviarlos. Es sentir olor de pelo mojado, de almohada con esencia de gato, de ovejas, de corral, de estiércol.
Ser veterinario es tener el coraje de penetrar en un mundo diferente y ser igual. Es tener capacidad de comprender gratitudes mudas, más sin duda alguna, las únicas verdaderas. Es oler el aliento de un cachorro lactante y recordar su propia niñez. ¡Ser veterinario es convivir lado a lado con enseñanzas profundas sobre amor y vida! (Traducido y adaptado de una publicación del Colegio Federal de Veterinarios de Brasil 1996, por Manuel Godoy).