La realidad actual de Venezuela es similar al Brasil de los años 60, en cuanto a la falta de producción interna de alimentos y, más aún, al Brasil de los 80, por sus políticas de centralización, rígidas regulaciones y fuerte dependencia de proveedores del exterior.
Así lo señaló Samuel Ribeiro, experto brasilero en ingeniería agroalimentaria, doctorado en ingeniería económica e investigador del Centro del Conocimiento en Agronegocios (Pensa), ubicado en San Pablo (donde se produce 30% de las publicaciones científicas de su país).
Las declaraciones de Ribeiro tuvieron lugar en su visita a Caracas, donde es ponente del evento «Caso Brasil, claves para el desarrollo», que realiza la Asociación Venezolana de Ejecutivos (AVE) hoy en la Quinta Esmeralda. El Mundo Economía y Negocios conversó con el experto:
¿Cómo Brasil pasó de ser netamente importador a autosuficiente y exportador agroalimentario? Al igual que la Venezuela de hoy, Brasil, desde comienzos del siglo XX hasta unos 60 años después, tenía una dependencia muy fuerte de los alimentos del exterior. Para el arroz, dependíamos de Asia. El frijol lo traíamos de México, Centroamérica y EEUU.
En el caso de la Carne
Incluso en el rubro carne, donde Brasil era productor, recurríamos a Argentina. Y así con muchos otros países. Eso comenzó a cambiar con inversiones fuertes en los años 70 en investigación y tecnología agronómica. Esas inversiones fueron hechas, por increíble que parezca, durante la dictadura de Brasil, pero no fue una cuestión de gobierno, sino por iniciativa de ingenieros agrónomos adelantados para la época, que llegaron a ser ministros de agricultura y tenían visión a largo plazo. Ellos desarrollaron la agroindustria con tecnología nacional y enviaron a más de 2.000 jóvenes en los años 72 y 73 a formarse en las mejores universidades del mundo.
¿Gran parte del éxito de Brasil estuvo en desarrollar investigadores y tecnología propia?
Traer paquetes de tecnología no daba éxito. Se decidió no importar máquinas, sino máquinas que produjeran máquinas. Sabíamos que la tierra no concentra el capital, sino la tecnología. Requerimos más de 20 años para transformar las semillas y volverlas aptas para las distintas latitudes de Brasil y lograr eficiencia en los cultivos.
Hubo un cambio radical de una agricultura primitiva y manual, a la producción mecanizada, profesional y de gran escala. En 1989, el gobierno de Collor de Mello quitó los subsidios estatales del agro, que eran malos, se desreguló la agricultura y así se impulsó al país. Antes, el gobierno intervenía y decidía qué y dónde se plantaba, cuánto se vendía, a dónde se exportaba y a qué precios.
Luego, con la libre competencia, al comienzo la situación fue de inestabilidad, pero luego fue mucho mejor, la industria se hizo más competitiva. También ayudó a la economía de Brasil la abolición de todas las entidades estatales de distribución de alimentos, es decir, los centros de almacenamiento gubernamentales, los supermercados del Estado y la logística oficial de alimentos. Eran muy caros para el país.
¿Hasta qué punto la política exportadora de ese país incluye a los países en desarrollo? Una política de Brasil ha sido diversificar sus compradores, quitando su eje de los países desarrollados para incluir a los emergentes. Los Brics resultaron mercados con tasas de PIB en crecimiento, mientras Europa y EEUU estaban quebrados. Ahora producimos para todo el mercado interno y nuestros principales compradores son China, Unión Europea, Japón, Rusia, Estados Unidos, Oriente Medio y Venezuela, que está en el séptimo lugar de la clasificación de los grandes compradores de alimentos de Brasil.
¿Cómo es posible que se considere a Brasil como potencia mundial teniendo en cuenta su alta deuda social? Es que eso también está cambiando. Los pobres están subiendo al nivel social «C» y la tasa de desempleo es de 3%. Las favelas se están urbanizando, están contratando a arquitectos, se han instalado buenos comercios y escuelas en esas zonas. Ahora se prefiere hablar de «comunidades» en vez de «favelas» y hasta hay turistas en esas zonas, porque se han vuelto seguras. También existen varios proyectos musicales allí, basados en el Sistema de Orquestas de Venezuela.
¿El gobierno del presidente Chávez y el de Dilma Rousseff son coincidentes en algunos aspectos? La diplomacia y política comercial de Brasil siempre ha mantenido canales abiertos con todos los países. Nunca los cerró, ni siquiera a Corea del Norte, Irán, Rusia, China o EEUU.
¿Cómo ve al Mercosur? Brasil no tiene realmente muchas expectativas en el Mercosur porque los tratados bilaterales tienen mucho más peso. En mi país, el ingreso de Venezuela es percibido como un «tema neutro». Los empresarios lo ven como una oportunidad de mercado, pero a nivel gubernamental, el tema es más político que económico. La tarifa externa común nunca se concretó. El Mercosur es un sueño, todavía no es una realidad. Se habla mucho y se hace poco, es muy latino esto. −Los productores venezolanos temen no poder competir con los productos importados.
Cuando me dicen que los productores venezolanos están con miedo, opino que deben ver a Brasil como una oportunidad. Hay productos venezolanos que se pueden colocar en Brasil, pero si en Venezuela no se produce, el problema es la política económica interna de este país. Venezuela debe resolver primero ese problema y luego ir hacia mercados externos.
¿Las soluciones de Brasil, como por ejemplo su política desregulatoria, de descentralización e inversión en tecnología, servirían en Venezuela? Sí, nunca es tarde para tomar decisiones correctas. Siempre se puede cambiar. −¿Se refiere a cambios de gobierno? Me refiero a cambios en las políticas, con el mismo u otro gobierno. Como le decía al principio, durante la dictadura de Brasil igual se tomaron decisiones económicas correctas.
¿Las tecnologías que ha desarrollado Brasil son aplicables al agro venezolano? Algunas sí, tenemos paquetes de tecnología tropical, como los de siembra de maíz y soja que pueden aplicarse en Roraima. En ganadería, tenemos una mezcla de bovinos cebuinos y holandeses muy rústicos y adaptables a condiciones como las venezolanas.
¿Cuáles productos venezolanos atraen a Brasil? Cacao, yuca, plátanos, frutas exóticas. En Venezuela hay escuelas de negocios que pueden direccionar la producción para exportar, junto con los productores.
¿Cuáles son las prioridades de su país a futuro? El desafío cultural, descongestionar el sistema vial y desarrollar más infraestructura.
Fuente: Entorno Inteligente