septiembre 7, 2024 12:54 PM

Cómo la crisis golpea a los animales en Grecia y Venezuela

Entre un zoo que tiene problemas para importar comida y unas asociaciones que no consiguen atender a todos los gatos abandonados, las crisis no sólo tienen un impacto cruel sobre los humanos sino también sobre los animales.

«Tengo que volver a llamar al banco», dice el francés Jean-Jacques Lesueur en el zoo que abrió en Atenas, Grecia.

El hombre de negocios, de unos 70 años, debe importar seis toneladas de pescado congelado para los delfines de su establecimiento, pero esa sencilla transacción se enfrenta a las restricciones financieras instauradas por el gobierno griego el pasado 29 de junio para evitar una fuga de capitales.

Una comisión gubernamental tiene que validar cualquier pago de facturas en el extranjero, y los proveedores, preocupados, exigen que se les pague por adelantado.

El ministerio griego de Economía anunció el jueves que los bancos podrán dar las autorizaciones de pago para «facilitar» las importaciones de materias primas y evitar el atasco administrativo.

Pescado congelado y polvo de termitas

El zoo utiliza, sobre todo, vegetales y carnes locales, pero también importa comida por valor de unos 80.000 euros anuales.

«Una miseria» en términos financieros según Lesueur, pero «un tema de vida o muerte» para algunas especies. Los delfines, por ejemplo, comen peces que no se encuentran en las costas de Grecia. Y los dos osos hormigueros gigantes del zoo dependen por completo de las importaciones de gusanos y de un polvo que sustituye a las termitas de su hábitat natural.

La visión de esos dos enormes animales precipitándose sobre los gusanos divierte mucho a unos niños, testigos de la escena. El zoo regala la entrada a los más pequeños durante el verano, bajo el lema «Sigamos juntos en estos tiempos difíciles».

Los adultos tienen que pagar un precio más alto desde la subida del IVA que entró en vigor el lunes, una de las exigencias de los acreedores de Grecia.

Lejos de los animales exóticos, en un jardín público del centro de Atenas, Cordelia Madden-Kanellopoulos, una inglesa casada con un griego, se exclama: «A ti te conozco». Un gato negro se acaba de acercar a los felinos asustadizos a los que alimenta cada día, turnándose con otros voluntarios.

Su asociación «Nine Lives» alimenta a unos 450 gatos callejeros en la capital griega y lleva a cabo campañas de esterilización.

Gatos persas en las calles

«Cada vez se abandonan más gatos con pedigrí. Hace unos años, había dinero en Grecia, la gente se compró bonitos animales, pero ahora cuesta caro, el veterinario, el aseo», lamenta Madden-Kanellopoulou.

«Un gato persa blanco que creció en un piso no sobrevive dos días ante los coches, los perros callejeros», se indigna. Con una tasa de paro del 25% y una dura recesión, «la gente ya no adopta», explica.

Evgenia Mataragka, portavoz de la ONG «Animal Action» en Grecia, comprobño una «enorme progresión del número de animales abandonados» desde hace seis meses, en un país donde los gatos y los perros callejeros forman parte de las imágenes cotidianas.

Algunos de esos animales se hicieron célebres, como el perro Loukanikos, que estuvo en primera línea de las manifestaciones antiausteridad en 2010 y cuyas fotos dieron la vuelta al mundo, antes de que muriera en 2012 tras ser adoptado por una familia.

«En las grandes ciudades, los animales no mueren de hambre, pero la situación es problemática en las islas», dice Mataragka.

Las asociaciones buscan ahora dinero y familias adoptivas en el extranjero. Nine Lives ha enviado a una de sus mascotas, Dora, a Alemania.

En Venezuela

También las mascotas padecen escasez, inflación e inseguridad en Venezuela. Ya no comen alimentos empaquetados, solo caseros. No siguen tratamientos médicos por falta de medicinas y algunos hasta han sido secuestrados. Al igual que sus amos, las mascotas en Venezuela se ven afectadas por la escasez, la inflación y la inseguridad.

Mascotas 25

Roselín González tiene cuatro perras: Catira, Pelusa, Bianca y Berpi. Las dos primeras tienen 15 años y consumen Euthyrox y Enalapril para tratar la tiroides y el corazón. Pero como muchos pacientes humanos que dependen de esos medicamentos, Catira y Pelusa no siempre toman sus pastillas.

«Me paso días enteros recorriendo farmacias y a veces no les consigo las medicinas a mis perras. No me imagino lo que siente un paciente que puede morir por la falta de un medicamento», dijo González a la AFP.

La última vez que el Banco Central de Venezuela publicó su índice de escasez, en marzo de 2014, este se ubicó en 29,4%, es decir uno de cada productos básicos.

Medicina animal para humanos

Germán Campos, director de la Asociación de la Industria de Salud Animal que agrupa a 70 empresas que producen e importan alimentos y medicinas para animales, precisó a la AFP que el inventario de productos para mascotas, aves, cerdos, bovinos y equinos está en «niveles preocupantes»: 66% de los productos del sector no estaban disponibles a finales de junio.

«Los médicos veterinarios han limitado los productos que prescriben o recurren a los de uso humano que pueden consumir las mascotas», apuntó Campos.

En contraparte, el presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, refirió a la AFP que muchos pacientes acuden a las tiendas de productos veterinarios para comprar medicinas y sustituir las que no encuentran en las farmacias.

«La gente está buscando antibióticos, esteroides y medicamentos tópicos para enfermedades de la piel en tiendas para animales», señaló León Natera.

El gobierno de Nicolás Maduro atribuye la escasez de alimentos y medicinas a una «guerra económica» emprendida por el sector privado. Pero el empresariado sostiene que la asignación irregular de divisas para importar impide el abastecimiento pleno de los anaqueles.

Manuel Caraballo, veterinario con 36 años de experiencia, apuntó que la vacuna triple felina para los gatos estuvo más de un año desaparecida en el país. «Muchas clínicas no están haciendo cirugías porque no hay agentes anestésicos ni material para sutura», dijo.

Inseguridad

El secuestro de mascotas no está contemplado como un delito en las leyes venezolanas, pero se ha convertido en una fuente de extorsión.

Así ocurrió con Balú, el poodle de 14 años que pertenecía a Ana Elisa Osorio, exministra del gobierno de Hugo Chávez (1999-2013). El perro quedó dentro del vehículo que le robaron en marzo de este año.

«Me pidieron un millón de bolívares (1.579 dólares a la tasa paralela y más de 158.000 dólares al tipo de cambio oficial) para devolverme a Balú. Les ofrecí 200.000 bolívares (casi 316 dólares en el mercado negro y más de 31.000 a la tasa oficial) y el secuestrador se burló y me preguntó que si yo lo consideraba un recogelata (indigente)», contó Osorio a la AFP. Balú nunca apareció.

Alternativas

Quienes pueden viajar fuera de Venezuela adquieren el menú de sus mascotas en el exterior.

El empresario Frank De Prada, por ejemplo, hace espacio en sus maletas cada vez que sale del país para comprar alimentos para sus perros y loros. «Si no comen comida de buena calidad, se enferman», señaló a la AFP.

Roger Pacheco, activista por la protección de los animales y vocero de la ONG Anima Naturalis, explicó que los propietarios de mascotas recurren cada vez más a la medicina homeopática para sortear la falta de medicamentos.

Pese a las quejas de los dueños de mascotas, en Venezuela funciona un programa gubernamental de apoyo a los animales domésticos y callejeros, llamado Misión Nevado, por el nombre del perro del Libertador Simón Bolívar.

Fuente: La Tercera

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