diciembre 2, 2024 6:07 AM

Control del ácaro rojo

El ácaro rojo o “piojillo de los gallineros” es un parásito externo que perjudica el bienestar avícola y su sostenibilidad económica, ya que ocasiona importantes pérdidas productivas en cantidad y calidad.

El ácaro rojo ataca a todo tipo de aves e incluso a mamíferos y también puede picar al hombre. Produce irritación, inquietud, anemia, de leve a severa, y, en algunas ocasiones, la muerte. Es un potencial vector de microorganismos y difusor de enfermedades como encefalitis, salmonelosis, espiroquetosis, varicela, enfermedad de Newcastle, fiebre tifoidea y cólera aviar.

Estos hematófagos habitan en las instalaciones avícolas. Prefieren los nidos y espacios reducidos como grietas y rendijas. En condiciones adecuadas realizan la transición de huevo a adultos en siete días. Estos últimos viven 90 días, con temperaturas de 20 ºC pueden reproducirse cada cinco días. Sus larvas no se alimentan, pero la ninfa y los adultos lo suelen hacer durante la noche. Pueden sobrevivir en ambientes adversos, incluso sin alimento, y su aspecto traslúcido en ayuno dificulta su detección.

El ácaro rojo es frecuente en climas cálidos y húmedos de diferentes regiones del mundo, aunque en la actualidad se han dado incidencias en ambientes imprevisibles. Por lo tanto, la vigilancia epidemiológica requiere una apropiada “actitud” que no descarte la existencia de patologías que antes sólo eran un problema para otras zonas.

Las nuevas tendencias de producción a piso y en libertad favorecen la invasión de este ácaro, de manera que en estos lugares se constata una mayor presencia que en los sistemas a jaula. Éste es un aspecto muy importante en el momento de optar por sistemas con mayor exposición al ambiente natural. Ninguno de los casos está exento de riesgos en tal sentido, pero las situaciones más comprometidas requieren una mayor acción preventiva y controles más estrictos.

Los ácaros pueden ser introducidos al establecimiento por diferentes vectores. Los más comunes son las personas y las aves en libertad, tales como gorriones y palomas que se acercan a por agua y comida. También entran con la llegada de nuevas tandas, que no han sido debidamente controladas previo al ingreso en la granja.

Lesiones en el hombre
En el hombre produce lesiones similares a una sarna, de tipo papular pruriginosa o erupciones urticariales enrojecidas con prurito nocturno. Respetan las zonas de la cara, espacios interdigitales y área genital. Se describieron, además, algunos casos de otitis externa en trabajadores avícolas y no se descartan infecciones secundarias trasmitidas por este vector.

Pérdidas productivas
En las ponedoras afectadas por este ectoparásito se observan crestas y barbillas pálidas. Se altera el comportamiento normal, dejan de alimentarse y pueden desencadenarse picaje y canibalismo, inducidos por la manía de las gallinas de limpiarse la piel con el pico. La pérdida del estado en general aumenta la susceptibilidad a contraer enfermedades que también pueden ser introducidas por el ácaro rojo. Por otro lado, la notoria caída de la producción y de la calidad de los huevos limita sus condiciones de venta y agravan aún más la economía del sistema.

Tanto en pollos como en pavos las infestaciones generan pérdidas productivas importantes que se relacionan con la disminución de la carne lograda en cantidad y calidad. Ataques rigurosos los desestabilizan y perjudican su conversión alimenticia y el estado general de sus músculos, con cuadros de anemia, debilidad e inapetencia que pueden desencadenar la muerte del animal.

Estrategias sanitarias
Para evitar perjuicios por este parásito es necesaria una planificación estratégica de manejo sanitario ajustada a cada sistema, en la que se considere la versatilidad adaptativa de cada agente nocivo y se dimensionen los riesgos. Este plan deberá ser sistemático, integrado y práctico (ver cuadro).

Control del ácaro rojo

Control con acaricidas
Existen numerosos productos comerciales para fumigar o esparcir, en el caso de los polvos, que se aplicarán directamente sobre los animales, jaulas y accesorios. Como todos los productos son tóxicos, se deben manejar con sumo cuidado y respetando las instrucciones del fabricante.

Los piretroides son la principal familia de acaricidas utilizados en avicultura, preferidos por su baja toxicidad. En menor medida pueden usarse organofosforados, considerando que son más tóxicos y contaminantes. La fumigación es la forma más eficiente para controlar estos ectoparásitos, pero compromete la salud de animales y humanos y dejan residuos en el ambiente.

Si estos productos no son suficientemente eficaces en el control, se corre el riesgo de que la plaga desarrolle resistencia. Esto puede ocurrir por el uso de diluciones inadecuadas o por aplicar durante mucho tiempo la misma sustancia química, por lo que se recomienda rotación con nuevos productos.

Ante los problemas de resistencia inducida por el uso de químicos en el control del ácaro rojo, se consideran hoy un número de estrategias alternativas. El uso de polvos magnéticos de finas partículas es un ejemplo de sustancia inerte e inocua para los animales (en etapa de estudio y ajuste comercial). Actúan por abrasión; impermeabilizan la cutícula del exoesqueleto de los artrópodos y los matan por deshidratación. El sílice reduce considerablemente las poblaciones de ácaros, aunque presenta algunos problemas de aplicación en cielorrasos y planos inclinados, a menos que ésta se realice con cargas electrostáticas.

Los productos derivados de extractos vegetales con acción acaricida o repelente de ácaros pueden ofrecer alguna solución a la resistencia, sin efectos nocivos para el ambiente. Estudios con hinojo y ajo ambién proporcionan interesantes resultados en usos repelentes. Se ha ensayado con aceites esenciales de canela, clavo de olor, cilantro, rábano picante, limón, mostaza, pimiento, poleo, hierbabuena y tomillo, cuyos efectos mejora en su fase de vapor.

Recomendaciones útiles
La limpieza a fondo de las instalaciones, los implementos y el entorno son esenciales para eliminar el parásito y sus residuos, previo a la aplicación de acaricidas. Se aconseja prestar especial atención a los nidos, exponer las superficies ocultas y remover todo tipo de aislamiento para evitar que los ácaros puedan esconderse debajo. La limpieza con vapor y cañones de calor también es conveniente, pero se debe tener cuidado con las instalaciones eléctricas mediante normas de seguridad.

Es preferible una buena prevención en lugar del tratamiento una vez que el ácaro ya ha invadido las instalaciones. En este último caso, se deberá repetir la aplicación a los siete días, para eliminar los parásitos que aún no habían nacido en la instancia anterior.

Conclusiones
Una clara dimensión de la incidencia del ácaro rojo en los sistemas aviares y el conocimiento de sus ciclos de desarrollo son necesarios para instalar un sistema de alerta y control del parásito. La planificación de una “estrategia de manejo sanitario” es fundamental para mantener el bienestar animal y los índices productivos en creciente conveniencia económica. Pero sólo el uso creativo de las herramientas disponibles para lograrlo será la brecha a franquear que pueda trascender las posibles recetas usadas para otros modelos.

Bibliografía
“Acarosis y zoonosis relacionadas” – Infectología al día, Leonor Jofré Morales, Isabel Noemí H., Patricia Neira O., Tirza Saavedra U. y Cecilia Díaz L., 24 de abril de 2008.

Fuente: albeitar.portalveterinaria.com

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