La imagen de un tucán con su magnífico pico destrozado a golpes por un grupo de jóvenes estremeció a Costa Rica. Este tipo de agresiones no son extrañas en Latinoamérica, pero ahora el maltrato animal se ataca desde una nueva trinchera: las redes sociales.
Las fotografías del tucán Grecia se viralizaron en las redes a principios de enero y desataron llamados a criminalizar la violencia contra los animales, en un país que se precia de ser un paraíso ecológico.
Honduras vivió un caso similar también en enero, cuando un grupo de jóvenes hicieron estallar un perro callejero con fuegos artificiales y difundieron el video de su «broma».
Graves maltratos a animales son constantemente denunciados en las redes. En uno de los incidentes más recientes, un hombre en Perú amarró a su auto al perro del vecino y lo arrastró por la calle como represalia por haber mordido a sus hijos.
Casos como estos suelen quedar impunes. En la mayoría de los países latinoamericanos no existen sanciones, o hay sanciones prácticamente insignificantes, contra los responsables de tales abusos. Los animales quedan entonces bajo la sola protección de ONGs que no sueñan con el nivel de recursos económicos que sus pares de los países desarrollados.
No obstante, esta situación podría estar cambiando gracias al poder de las redes sociales, estima Cynthia Dent, directora ejecutiva de la sección latinoamericana de la ONG internacional de defensa de los animales Humane Society.
«Twitter y Facebook nos han expuesto a mayor conocimiento de casos de crueldad en Latinoamérica. Cuando antes solo escuchábamos de la prensa cuando reportaban un caso, ahora tenemos a personas indignadas que aprovechan los medios sociales para destacar estos casos de crueldad y unirse en contra de ellos», dijo Dent a la AFP desde su sede regional en San José.
Y, a medida que las protestas trascienden las redes y se desplazan a las calles, se genera una presión ciudadana que fuerza a los legisladores a tomar acción.
«La visibilidad que las redes brindan a la crueldad animal genera mayor presión para pasar leyes», añadió Dent, explicando que Twitter y Facebook acaban «agremiando» a las personas que se sensibilizan por este problema.
Así, en los últimos meses se han dado manifestaciones en Honduras, México, Colombia, Costa Rica, Perú y Uruguay en favor de leyes más severas.
La ley está en la letra
En países como México y Uruguay, la agresión de animales sí está tipificada como un delito, pero la opinión pública denuncia que los agresores nunca son castigados.
Las legislaciones de la mayoría de los países solamente aplican multas por las agresiones. En Colombia, éstas corresponden a montos mínimos que equivalen a entre 2 y 20 dólares.
«La ley está en letras, pero en los hechos no. El reglamento no está implementado en los Ministerios Públicos (fiscalías), que no están capacitados», denunció a la AFP Leonora Esquivel, presidente de la ONG Anima Naturalis México.
Perú presenta uno de los casos más extraños, donde la agresión a un animal está tipificada como una «falta contra las buenas costumbres».
Y en Costa Rica, casa del tucán Grecia (que tendrá una prótesis gracias a una colecta ciudadana de 3.000 dólares), los activistas están dando la lucha para que el Congreso apruebe una ley que aplicaría penas de cárcel.
No obstante, algunos diputados intentan modificar el texto para que no afecte las corridas de toros ni los topes (desfiles de caballos). Y es que las corridas, de origen español, son una costumbre muy arraigada en buena parte de Latinoamérica.
Roger Pacheco, vocero de Anima Naturalis Venezuela, aseguró que su país ha avanzado en la defensa de los animales en general, pero lamentó que aún sean legales las corridas, los coleos (rodeos) y las peleas de gallos.
Fuente: El Carabobeño