Son 53.000 hectáreas de llano apureño que se preservan desde hace más de cincuenta años. En el 2008 sus dueños accedieron vender la propiedad al gobierno manteniendo el diez por ciento en su poder y conformando una empresa mixta cuya principal función es la cría de ganado vacuno y de búfalos. Sin embargo, su evento más conocido es el turismo, ese que invita a conocer las grandezas de esta tierra.
Me gusta la naturaleza, me gustan los animales, por eso siento que disfruto mucho un recorrido como el que este lugar ofrece. No me importó que desde Caracas hasta la Puerta del hato transitaran unas nueve horas de camino, recorrido en el que se ve la llanura espléndida, el verde que golpea la mirada; verde porque viajo en invierno y el paisaje es totalmente diferente en esta época del año. Son dos llano, uno en verano agreste, salvaje y este que hoy me toca andar, suave e inundado.
La actividad en el Hato El Cedral comienza prácticamente desde que se llega a la hacienda, no hay espacio para perder tiempo porque las rutas son largas y las paradas espaciadas. El campamento principal cuenta con cómodas habitaciones, un comedor y una pequeña piscina, pero en este caso a veces esto es irrelevante, porque el atractivo es otro.
Aquí tienen unos camiones desde donde se puede ir mirando hacia los lados, muy pendientes de la salida de cualquier animal; aunque no hay que hacer mucho esfuerzo porque ya desde la entrada hasta la llegada a la casa principal la vista de los chigüires acompañan al visitante. Estos animales considerados el roedor más grande del mundo se instalan sin pena alguna en plena vía con sus crías. Como son respetados y admirados, ellos no se asustan si sienten cerca los cauchos de un carro, más bien miran, haciendo sentir al turista que ellos son los invitados. Este es su hábitat, sus dominios.
¿A quienes hallaremos en el camino del Hato El Cedral?
En El Cedral existe una población de unos siete mil chigüires que corren libres por la sabana. Se les puede ver en grupos, con sus bebés muy cerca. A cada macho le tocan cinco hembras y cada tres meses nacen entre dos y diez crías por madre. Así que ya uno de puede imaginar porque se ven en cualquier punto de las excursiones.
Comenzando el camino vemos un caimán, Rafael nos dice que se este fue rescatado por las autoridades ambientales y traído para su preservación en el campo, todos escuchamos atentos su historia. Él es mi guía en esta ocasión. Rafael Venegas es sonriente y dispuesto, la amabilidad andina le brota por los poros, y el acento también. Su hablar no da pausa, y es que tiene que decir mucho sobre el llano que lleva explorando nueve años.
Da inicio a su exposición contando que la más de la mitad de su vida la ha dedicado al turismo y que cuando en Mérida cerraron el teleférico decidió emprender camino para seguir realizando su actividad y fue Apure quien lo recibió. Con él hay que ir al ritmo de su vista y sus palabras, pues enlaza sus anécdotas con todo lo que va encontrando en el camino. Toma un trozo de carne cruda que trae en una bolsa y con él llama al reptil, este se acerca como amaestrado y lo toma, todos nos asustamos y damos varios pasos hacia atrás, Rafael permanece parado en el mismo sitio, se levanta el pantalón y muestra una cicatriz, que asegura le dejó uno de estos especímenes hace quince años, justo el día que su hijo estaba naciendo. Ya no les tiene miedo “es cuestión de aprender a convivir con ellos”.
Nuevamente se para el camión, del lado izquierdo de la vía se ve a tres personas agarrando una larga cola, la cabeza de una anaconda se aprecia en el otro extremo. Son tres investigadores que realizan un trabajo con la serpiente más larga del mundo. Me asombro, como no, solo las he visto en películas. Nos bajamos para apreciar su trabajo y ellos nos comentan que El Cedral es famoso por la preservación de esta especie “es un lugar ideal para su estudio”. Nos dicen que tuvimos suerte porque ellas dejan ver en verano, pero los guías del campamento tienen tres en cautiverio para poder mostrarlas a los turistas en los planes vacacionales; parte de la oferta turística permite ver de cerca y tocar al animal. Con todo y mi temor hacia esta culebra acaricio su piel fría y ya con más confianza la cargo para descubrir que es muy pesada.
Variedad en Aves
Pero eso no es todo, en Hato El Cedral se pueden avistar por lo menos trescientas setenta especies de aves de las más de mil cuatrocientas que existen en el país, hay garzones soldados, alcaravanes, pájaros bacos, gabanes, gallitos laguneros, corocoras y chénchenas. A estas últimas las vemos en el río Matiyure, lugar donde nos lleva Rafael para poder apreciar mejor la naturaleza. Tomamos una lancha y comenzamos a navegar sus aguas. Sigue Rafael hablando de lo sabroso que es pasar los días transitando cada espacio de este refugio de fauna.
Por esa razón, cuando el gobierno adquirió la propiedad el personal decidió quedarse y seguir trabajando, para preservar tanta belleza, para ayudar a conservarla y seguir sacándola adelante. En ese momento el guía saca más pellejos de carne de su bolsa y nos dice que miremos hacia el cielo, lanza el trozo y un cari cari sabanero (un ave) lo toma con su pico en el aire. Todo es un espectáculo, luego otra porción es ensartado en un palo y un babo se levanta del agua para tomarlo, los ojos admiran encantados la naturaleza, una que siempre ha estado ahí, desde la época de la colonia, que para fortuna de los venezolanos se ha preservado para que la disfruten estas generaciones y esperamos que las futuras.
Contactos para visitar Hato El Cedral
Ascanio Birding Tours david@abtbirds.com
Erika Paz / @erikapazr / El Universal
Fotos: Raymar Velásquez / @raymarven
Contactos: loscuentosdemitierra@gmail.com
El programa Los Cuentos de mi Tierra se transmite todos los domingos a las 11:00 am por Globovisión.