Dos incendios de consideración se han registrado en el Waraira Repano (El Ávila) en lo que va de año, afectando más de 65 hectáreas que no se recuperarán, con ayuda humana, sino hasta mayo, cuando empiece la temporada de lluvias. Esto pone en peligro a varios ecosistemas ambientales de El Ávila, y con ello a las distintas especies animales que habitan en el parque nacional.
Ambos incendios ocurrieron con una semana de diferencia. El primero sucedió el domingo 17 de febrero en Estribo de Duarte, mientras que el segundo fue el pasado sábado 23 de febrero a la altura de Los Chorros.
Héctor Nieves, guardaparques en el sector Lomas del Vientoy sobrino del guardabosques Sabas Nieves, explicó que estos incendios ocurren normalmente en el lado de la montaña que da hacia Caracas y no superan los 1.500 metros de altura por encima del nivel del mar.
Son afectados normalmente los ecosistemas de vegetación xerófila (alrededor de 600 metros por encima del nivel del mar) y las sabanas (hasta 1.200 metros).
Los principales especies de animales que habitan en este tipo de ecosistemas son las aves y los reptiles. Destacan la guacharaca, el querrequerre, el cristofué, y el turpial, por las aves; y la cascabel, la mapanare, la tigra mariposa, la serpiente coral y la iguana por el lado de los reptiles, entre otros.
Rara vez se ven mamíferos grandes y medianos en zonas bajas, donde hay más contacto con los humanos. «Los cunaguaros, los venados, cachicamos y rabipelados han emigrado a zonas superiores, donde no hay tanto peligro, o hacia el lado que da hacia el estado Vargas», precisa Nieves.
Menos espacio
El peligro que corren los animales no es tanto con el fuego, tal como dice Diego Díaz, presidente de la organización ambientalista Vitalis y jefe de Estudios Ambientales de la Universidad Metropolitana (Unimet). «Ellos saben huir, esconderse», afirma el experto.
El peligro es qué pasará una vez que la vegetación ha sido afectada. «El hábitat de los animales se reduce y estos tienen que emigrar hacia otras zonas, perdiendo sus áreas», explica Díaz.
El impacto es mayor si, además de la vegetación baja (como las gramíneas y el capín melao) las copas de los árboles son quemadas, destruyendo especies con más de cien años en el parque.
Fue lo que pasó en el año 2010 cuando una serie de incendios consecutivos modificó la cara de la montaña por la zona de Estribo Duarte (la misma del incendio pasado). Actualmente son pocos los árboles que crecen en esa área.
A medida que El Ávila pierde sus zonas boscosas, hace más vulnerable a la vegetación de otras áreas, lo que afecta también el curso de las aguas.
«No hablamos solo del hábitat de los animales. Menos espacio significa menos alimentos y menos refugio», precisa Díaz.
Actualmente existe una medida precautelativa de los Bomberos del Distrito Capital en el parque nacional para prohibir campamentos durante la temporada de sequías, que es cuando se registra el mayor número de incendios.
El Proyecto Ávila, de la que Díaz es partícipe, tiene como objetivo reforestar las zonas del parque que han sido afectadas por la acción humana. Para ello poseen un vivero donde guardan semillas. Adicionalmente, la Misión Árbol ha recolectado, entre los años 2006 y 2012, un total de 151.137 kilogramos de semillas, como jabillo, caoba, samán, bucare, roble, apamate, carapa y merey, según el Ministerio para el Ambiente.
Fuente: Entorno Inteligente