«Río Negro», un potente purasangre de cuatro años, se encaminaba a convertirse este año en la gran revelación del hipismo venezolano, pero su suerte cambió de un día para otro. Una brutal sobredosis de cortisona que le inyectó alguien presuntamente vinculado al mundo de las apuestas casi aniquila al caballo que hoy lucha por recuperar su condición física para volver a las pistas.
La creciente criminalidad, que ha convertido a Venezuela en uno de los países más inseguros del mundo, ya alcanzó a los caballos purasangre, convertidos en las apetecibles víctimas de las mafias de las apuestas, que los drogan para perjudicar su rendimiento en las carreras y así quedarse con las millonarias sumas que apuestan los aficionados sin saber que su ejemplar favorito ha sido malogrado.
Aunque el fenómeno de «dormir» caballos en Venezuela tiene varios años, el caso de «Río Negro» ha conmocionado al hipismo local, desde propietarios, criadores, entrenadores y caballerizas hasta aficionados, que temen que la mafia de las apuestas pueda acabar con este deporte, el más popular del país después del béisbol.
Desde su frío y oscuro establo, que más que una caballeriza parece una suerte de prisión por la cantidad de rejas, alambrados y cámaras de seguridad que tiene a su alrededor para protegerlo, «Río Negro» se muestra apacible y ajeno al difícil momento que enfrenta, mientras su entrenador, veterinarios y caballerizo agotan cuidados para recuperar a uno de los ídolos del hipismo venezolano.
Tras una seguidilla de seis triunfos el año pasado, «Río Negro» despuntó como una gran revelación al ganar en febrero, por más de seis cuerpos, la Copa Arzak en el hipódromo capitalino de La Rinconada. Pero entre finales de junio y julio, antes de un importante derbi, padeció una «diabetes temporal» a consecuencia de un envenenamiento por una sobredosis de cortisona que obligó a someterlo a un intenso tratamiento para salvarle la vida que implicó, entre otras cosas, una estricta dieta que le hizo perder casi 80 kilogramos.
«Vamos en franca evolución», afirmó ilusionado Ramón García, entrenador del purasangre. «Río Negro» ya recuperó su peso normal de 454 kilogramos, pero todavía se desconoce si podrá volver a correr.
A varios metros del establo de «Río Negro», en el hipódromo La Rinconada, se encuentra la caballeriza donde está «Comediante», otro campeón del hipismo local que fue envenenado también con una sobredosis de cortisona el año pasado, y que luego de superar una dura convalecencia de diez meses reapareció con gran éxito este año.
Además de las medidas de seguridad tomadas en la cuadra de «Comediante», el portentoso purasangre tiene ahora una novedad digna de una estrella de cine o una figura política: tres guardaespaldas, uno privado y dos del estatal Instituto Nacional de Hipódromo (INH) que lo vigilan 24 horas al día.
García admitió que los propietarios de «Río Negro» están considerando la posibilidad de contratarle un guardaespaldas, aunque reconoció que antes de que fuera envenenado tenía alguien que lo custodiaba una semana antes de una carrera.
A raíz del caso de «Río Negro», la Fiscalía General y la policía judicial iniciaron la primera investigación exhaustiva sobre el problema del envenenamiento de caballos. El Ministerio Público anunció en agosto la detención de nueve hombres, algunos de ellos policías, y otros presuntamente vinculados a las apuestas ilegales y a la compra de caballos de carreras. Algunos de los detenidos lograron la libertad condicional, pero otros permanecen arrestados a la espera del avance del proceso judicial.
La AP solicitó a la presidencia del INH una reacción sobre el caso de «Río Negro» y el problema de la mafia de las apuestas, y la directora de Relaciones Públicas del organismo dijo que no habría declaraciones porque las autoridades superiores no lo aprobaron.
En Venezuela, el «gran problema está en que la mayoría de las apuestas son ilegales y no controladas por el gobierno», afirmó el analista Jaime Casas, director de la página de internet Hipicómputo 2000 C.A. especializada en información hípica de Venezuela.
El INH limita las apuestas legales a un máximo de 1.000 bolívares (unos 158 dólares a la tasa oficial de cambio), un factor que estimula las apuestas ilegales. Además, los premios en las apuestas legales son repartidos entre todos los apostadores, a diferencia de las apuestas ilegales que se pagan individualmente.
Casas indicó que las apuestas ilegales suelen mover en Venezuela «50 o 60 veces más» de lo que se registra diariamente, que son las que se realizan bajo el control del INH. En una jornada dominical de La Rinconada, que es el mayor de los cuatro hipódromos que hay en el país, el INH suele recaudar hasta unos tres millones de dólares en apuestas, según registros del organismo estatal.
En los últimos años han proliferado en la capital y la mayoría de ciudades del interior los «centros hípicos» donde centenares de aficionados acuden semanalmente para hacer apuestas legales. Dentro de algunos de esos locales comerciales funcionan las llamadas «oficinas», donde hay unos «banqueros» que toman las órdenes de las apuestas ilegales.
En el país se estima que operan unos 1.200 «centros hípicos» y cerca de un centenar de «oficinas».
En medio de un ensordecedor bullicio de frenéticos apostadores que siguen las carreras dominicales de La Rinconada y otros hipódromos de Estados Unidos en una veintena de pantallas de circuito cerrado en un exclusivo «centro hípico» del este de la capital, un sigiloso «banquero», de aspecto fortachón y estatura media, observa calmado la escena mientras se mantiene atento a los tres teléfonos móviles y la computadora portátil que tiene sobre su mesa.
El momento de tranquilidad del «banquero» es interrumpido por el repicar de uno de sus teléfonos. De inmediato se coloca el teléfono en la oreja izquierda, que sostiene con su hombro, y comienza a escribir con su mano derecha la orden de apuesta dentro de una revista hípica. El registro de las apuestas culmina poco antes de iniciarse la carrera y vuelve a retomarse antes de la siguiente.
«La apuesta ilegal ha existido siempre, como existe en cualquier parte del mundo, pero aquí se les dejó actuar con tanta libertad y con tanta impunidad que ya en los últimos tiempos uno siente que ya no es apuesta ilegal…ya hay cierta mafia involucrada en eso», afirmó Casas.
Fuente: El Siglo