Un grupo de amigos se internó con sus motocicletas en un inhóspito y casi impenetrable monte a pocos kilómetros de Capital, en el departamento Banda. Jamás imaginó que encontraría enormes huesos de fauna gigantesca que, según los primeros análisis, datan de unos 8 a 12 mil años de antigüedad. Se trata de mamíferos y herbívoros que habitaron en las costas del río Dulce hasta su extinción.
En las últimas horas, Santiago del Estero volvió a ser parte de un importante hallazgo paleontológico que brindará aportes fundamentales acerca de cómo fue la vida sobre tierra santiagueña en la Prehistoria.
Un grupo de jóvenes amigos, amantes del deporte del enduro, se convirtió en protagonista inesperado de un increíble descubrimiento que impactará en el devenir histórico de las investigaciones sobre la megafauna que habitó estas tierras hace más de 8 mil años.
A pocos kilómetros de Santiago Capital, en un inhóspito y casi impenetrable monte cerca de Los Quiroga, departamento Banda, los jóvenes se internaron con sus motocicletas en busca de nuevas e intrépidas pistas para practicar el deporte que los une, pero se dieron con algo que jamás hubieran pensado: encontraron enormes huesos de animales prehistóricos que vivieron a la vera del cauce del río Dulce.
Sin saberlo, fueron testigos directos de que el paleocauce del Dulce continúa “arrojando” trozos de la historia arqueológica de Santiago, esta vez, con el hallazgo de restos fósiles pertenecientes a tres posibles ejemplares de la megafauna santiagueña de hace miles de años.
Nuevo Diario tuvo acceso exclusivo a esas piezas, que fueron fotografiadas y de inmediato enviadas a la Dirección de Patrimonio de la Provincia.
Bajo la dirección del profesor Marcelo Ahumada, un equipo de especialistas concluyó que a partir del examen fotográfico uno de los restos fosilizados y que presenta el aspecto de una parte anatómica de de tatú carreta podrían pertenecer a una variedad pequeña de gliptodonte.
Se trataría de un trozo de caparazón fosilizado que adquirió el color rojizo por el óxido de hierro presente en la geografía y los siglos de sedimentación. Este “pequeño gigante”, hervíboro y mamífero, de entre unos 300 a 500 kilogramos desapareció hace unos ocho mil años.
Las restantes piezas, un fémur y una tibia, podrían pertenecer -en un primer análisis visual- a tres especies de megafauna distintas: Megatherium, Toxodonte o alguna variedad de Mastodonte. Las tres desaparecieron en un período temporal estimado entre los 8 a los doce mil años.
El hallazgo es considerado de importancia por parte de especialistas, ya que revelan la conformación geográfica hídrica de Santiago del Estero hace miles de años ya que, estos gigantes desaparecidos se acercaban al agua para consumir enormes cantidades de fauna. Cada vez que el río cambiaba el curso del cauce, los animales morían y quedaban sepultados en lo que se llama actualmente el paleocauce, bajo el que se encuentran verdaderos tesoros arqueológicos.
¿Quién fue quién?
El Gliptodonte
El Gliptodonte era un enorme mamífero prehistórico que vivió en América del Sur proveniente de América del Norte y cuya característica principal era su capa protectora, un caparazón que lo blindaba y protegía de los depredadores de la época.
Esta coraza ósea muy resistente era capaz de soportar mordidas de tigres dientes de sable y lobos gigantes. Era un animal pesado, poco ágil, del tamaño de un hipopótamo y con una fuerza descomunal. Sus huesos fueron robustos y duros, tenían que soportar un peso concentrado que fácilmente superaba los 2.000 kilos y la altura de un hombre.
Este herbívoro prehistórico estaba muy bien diseñado, su capa protectora le proporcionaba la seguridad para evitar ataques de sus depredadores. Pero su papel de presa no era pasivo, también podía defenderse con su robusta cola. Una cola pesada con puntiagudos huesos que bien utilizada era capaz de partir patas, costillas y los cráneos de sus depredadores.
Fue depredado por el hombre, que consumía su carne y utilizaba el caparazón de refugio.
El Megatherium
Su nombre significa “bestia gigante” y fue el mamífero terrestre más grande que habitó América durante el pleistoceno. A pesar de su aspecto brutal, este animal era un perezoso gigante, que al igual que sus primos actuales, se alimentaba de vegetales.
Parado en sus miembros posteriores superaba los cuatro metros de altura, lo que le permitía alcanzar el follaje de árboles altos, de los cuales se agarraba con sus grandes garras. Se cree que estas garras le habrían servido también para cavar, y sin duda como elemento de disuasión.
De la cabeza a la cola medía alrededor de 6 metros, y parado en cuatro patas, desde el piso hasta el lomo, alcanzaba los dos metros de altura. Su peso era de cuatro toneladas.
¿Por qué se extinguió habiendo tanto alimento vegetal en Sudamérica? Es una pregunta de difícil respuesta, pudo haber sido extinguido por una de varios agentes o por la combinación de todos o algunos de ellos, entre los cuales merecen ser citados el hombre, la fauna invasora, modificaciones climáticas, noxas infecciosas y toxicológicas.
Toxodontes
Su nombre significa “diente inclinado” o “diente en forma de flecha”. Fueron mamíferos originarios de Sudamérica. Procedentes de pequeños y primitivos animales herbívoros sin competidores, evolucionaron independientemente y aislados del resto de los ungulados durante casi todo el extenso período del Cenozoico.
Los toxodontes alcanzan el tamaño de un hipopótamo y probablemente compartían sus hábitos.
Con respecto a sus dientes, los incisivos superiores están muy arqueados, son sumamente fuertes y solamente la cara externa lleva una capa de esmalte, mientras que los inferiores, muy achatados, de disposición horizontal y gran expansión lateral, le dan a la parte anterior de la mandíbula el aspecto de una gigantesca espátula.
El cuerpo era pesado, con forma de barril, apoyado sobre patas cortas y robustas. Las patas plantígradas, con tres dedos ungulados, eran no obstante, bastante pequeñas. Como las traseras eran más largas que las delanteras, el cuerpo se inclinaba hacia adelante, a la altura de los hombros.
El cráneo es muy largo en relación con la altura. La parte anterior de la cabeza era ancha, los labios eran con toda probabilidad prensiles y le servían para recoger el pasto, como a los actuales rinocerontes negros. Justo por detrás del hocico, el cráneo se estrechaba, como en el rinoceronte, y después se volvía a ensanchar. Los arcos cigomáticos son de gran tamaño. Podían alimentarse de la vegetación dura y correosa de los árboles, las pampas y las estepas semidesérticas.
Los dientes indican que Toxodon era una mezcla de ramoneador y comedor de hierba, que cortaba y masticaba la dura hierba de la pampa, pero también se alimentaba de follaje.
Los toxodontes han sido comparados con los hipopótamos, quizás por el hecho de poseer extremidades algo cortas y grandes dientes frontales. Sin embargo, la presencia de adaptaciones especiales en la rodilla de estos animales sugiere que se trata de animales terrestres, habitantes de espacios abiertos. Aparentemente, las adaptaciones del cráneo y la dentadura de los toxodontes surgieron como respuesta al consumo de pastos, pero después les permitieron adaptarse a una dieta vegetariana más generalista, es decir, podían consumir una amplia variedad de alimentos. Los últimos toxodontes desaparecieron hace unos 12.000 años, en las famosas extinciones de la megafauna pleistocénica.
Vivieron desde hace 2,6 millones de años hasta hace 16.500 años.
Mastodonte
Los mastodontes aparecían recubiertos de pelo grueso, como los mamuts (género Mammuthus). Un esqueleto de Mammut borcinus encontrado en Grecia, con colmillos de 4,39 m de longitud, corresponde a un mastodonte de 3,5 m de altura y un peso de unas 6 toneladas. Pero los colmillos de mayor tamaño encontrados a la fecha fueron hallados en el pueblo Milia al norte de Grecia. Estos colmillos pertenecieron a una hembra Mammut borsoni, miden 5,02 metros y pesan 400 kg, ostentando por su tamaño un record Guinness. Los mastodontes americanos eran animales de alzada algo menor que los mamuts o incluso que los elefantes actuales, pero de peso semejante al de éstos, por su construcción muy masiva, con gruesas patas columnares. Estaban dotados de defensas grandes en la mandíbula superior y a veces, en el caso de los machos, otras más pequeñas en la inferior. Probablemente las usaban para levantar las matas y las hierbas de las que parece que se alimentaban.
La familia está lejanamente emparentada con la de los elefántidos, donde se clasifican los elefantes actuales. Apareció en Eurasia, en el Oligoceno, hace unos 20 millones de años, y desde allí se extendió tanto a África, como a América, donde la familia persistió hasta el Pleistoceno e incluso el Holoceno (época actual). Se admite como probable que la extinción, hace sólo 10.000 a 8.000 años, de la última especie, Mammut americanum, cuyos fósiles han sido encontrados tanto en Norteamérica, como en Sudamérica, fuera acelerada por la caza practicada por los primeros pobladores humanos de América. Se ha descubierto recientemente que la tuberculosis desempeñó algún papel en el final de la especie.
Fuente: Nuevo Diario Web