diciembre 7, 2024 11:38 AM

Especialistas venezolanos trabajan en red de Venenos para la Vida

Un grupo de investigadores criollos está trabajando en la aplicación de una nueva tecnología para avanzar en el desarrollo de antivenenos más efectivos. Venezuela está entre los primeros diez países del mundo con accidentes por envenenamiento ofídico (de serpientes) y escorpiónico: las picaduras o mordeduras por especies tóxicas constituyen un problema de salud pública en el país, según investigadores de la Universidad Central de Venezuela.

Frente a estas circunstancias, el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit) decidió financiar el proyecto en red “Producción de Antivenenos”, cuyo objetivo es diagnosticar y atender este problema, tomando en cuenta el aumento de los accidentes por especies venenosas en el país; la amplia diversidad de las especies responsables de dichos eventos; y la limitada disponibilidad de antivenenos específicos para serpientes y escorpiones criollos, elaborados con plasma equino. En este sentido, el proyecto contempla la introducción de una nueva tecnología para la producción de antivenenos basada en inmunoglobulinas proveniente de gallinas (lg-Y).

Para la ejecución de este proyecto de la Misión Ciencia, se diseñaron cuatro subproyectos: el subproyecto 1 se encarga de realizar el levantamiento de información epidemiológica que permitirá la clasificación del territorio venezolano, en áreas de riesgo por envenenamiento animal. Este subproyecto, también, lleva a cabo un programa de investigación sobre la identidad taxonómica, la sistemática y la caracterización toxinológica de los venenos.

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El subproyecto 2 tiene como objetivo el estudio de la diversidad de toxinas producidas por la fauna venenosa en Venezuela, tanto en términos estructurales como funcionales; a fin de permitir diseñar estrategias terapéuticas y preventivas más efectivas. Según Caridad Malavé, coordinadora técnica del Proyecto, el subproyecto 3 se encarga de desarrollar antivenenos antiescorpiónicos y antiofídicos en aves, como una alternativa al método convencional de fabricación de antivenenos en el país, que utiliza caballos. La llamada “Tecnología IgY” permite el desarrollo de antivenenos a un menor costo evitando el sufrimiento animal, pues los antivenenos son obtenidos a partir de la yema de los huevos de gallinas inmunizadas.

“Tras el uso terapéutico de las IgY (anticuerpos de gallinas) disminuyan los efectos inmunológicos sensibilizantes colaterales”, especificó Malavé. Hasta el momento, se han desarrollado antivenenos “Y” contra los venenos de escorpiones y contra un pool de veneno de mapanares y cascabeles. “Se ha demostrado que estos anticuerpos tienen potencial para neutralizar dosis altamente tóxicas. Los IgY representan una alternativa en la terapia de envenenamiento por escorpiones y serpientes”, indicó Malavé.

En cuanto al subproyecto 4, los investigadores proponen desarrollar una infraestructura y una red que sirva como paradigma para el escalamiento de una producción que atienda a los pacientes a nivel nacional. Para alcanzar este objetivo, Quimbiotec —ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Innovación— juega un papel importante en este desarrollo: la experiencia de producción de antivenenos de la Facultad de Farmacia de la UCV se trasladó a los laboratorios de Quimbiotec.

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“Quimbiotec tiene la experiencia en distribución de hemoderivados lo que es una ventaja para llevar los antivenenos a todos los centros de salud y comunidades rurales de nuestro país”, aseguró Malavé. Por otra parte, gracias a las nuevas aplicaciones tecnológicas de Quimbiotec el antiveneno será liofilizado (congelado y, posteriormente, introducido en una cámara de vacío), lo que hace mucho más fácil su conservación y traslado hacia zonas rurales por cuanto esta presentación no requiere de refrigeración.

Otro de los grupos que ha participado en el proceso de esta investigación es la cooperativa Bio-reptilia, cuyo lema es “Venenos para la vida” fundada hace más de 6 años, aunque sus integrantes tienen más de 20 años trabajando en el área de la herpetología, la educación ambiental, la conservación y las características de los animales venenosos. Poco a poco, han consolidado un banco de venenos o toxinoteca, para garantizar, a los laboratorios, los venenos sectorizados de todos los animales que pueden presentar algún tipo de riesgo para el ser humano. Se han convertido en la base de laboratorios para estudios y fabricación de antivenenos.

“Este banco apoya y apoyará, cada vez que sea necesario, a la Facultad de Farmacia de la UCV que tiene bajo su adscripción la única empresa que, hasta ahora, produce antivenenos en el país. Aunque, próximamente, Quimbiotec, también, producirá y distribuirá estos sueros que salvan vidas de accidentados por escorpiones y serpientes”, indicó Luis Fernando Navarrete, presidente de Bio-reptilia.

El veneno de serpientes y escorpiones tiene propiedades que funcionan, perfectamente, para aplicaciones farmacológicas: actualmente, se están realizando estudios a nivel mundial para tratamientos de carcinomas, sistema sanguíneos (problemas de coagulación y anticoagulación), tensión, alzheimer, entre otras enfermedades.

Bio-reptilia se encarga de la recolección de sustancias tóxicas y de su respectivo estudio; también, socializa el conocimiento con las comunidades. “Visitamos los pueblos más recónditos del país para llevar información sobre las serpientes, a fin de que conozcan cómo tratarlas y qué hacer en una situación de riesgo o ataque por parte de la especie. Las comunidades son la base del conocimiento”, apuntó Navarrete.

“Las personas piensan que las serpientes, por ser venenosas, son malas; pero, no es así. Las culebras se defienden. La idea es preservar y proteger a las serpientes. Por ello, explicamos a la comunidad la importancia de esta especie para la naturaleza y la vida humana. Es el animal más mitificado y más temido, por lo que tenemos que tratar de aprender a convivir con los animales venenosos”, expresó.

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En Venezuela, hay aproximadamente 190 especies de serpientes, de las cuales el 20 % son venenosas. Desde el punto de vista toxicológico y toxinológico, las especies de mayor interés son las de la familia Viperidae (cascabeles, mapanares, tigra mariposa, cuaima piña) Elapidae (corales) y algunas especies de la familia Colubridae y Dipsadidae (culebras cazadoras) de dentadura opistoglifa (colmillo superoposterior conectado a una pequeña glándula de veneno).

Los escorpiones, por su parte, son todos venenosos, y, en el país, existen aproximadamente 74 especies de Tityus, que es el género que plantea la problemática del accidente escorpiónico. Los casos más comunes de accidentes son con las especies Tityus discrepans y Tityus zuliano, quizás porque son más estudiadas o porque están en áreas densamente pobladas. El hábitat de estas especies es, generalmente, el de los sistemas montañosos.

De acuerdo con la información que maneja Bio-reptilia, “en el país, hay un problema de salud pública producido por las mordeduras o picaduras de especies venenosas. En 2012, se reportaron más de 7000 accidentes por serpientes; son niveles altos, y mientras más necesidades de espacio (urbanismo) y alimentos (agricultura) se requiera por el incremento poblacional, los accidentes aumentarán. Eso significa que se necesitarán más antivenenos en todo el territorio nacional”.

El proyecto “Producción de Antivenenos” es realizado, en red, por investigadores del Instituto de Estudios Avanzados (Idea); de las Universidades Central de Venezuela, Oriente y Francisco de Miranda (núcleo Falcón); de la Cooperativa Bioreptilia y de Quimbiotec.

La evolución del proyecto ha sido satisfactoria. Luis Fernando Navarrete enfatizó que, “sin serpientes o sin escorpiones, sin venenos, no se podría realizar este tipo de investigaciones, y menos la producción de antivenenos y posibles fármacos para contribuir a una mejor calidad de vida, que es lo que pretendemos forjando una sociedad más justa y equitativa”.

Fuente: Danissa Rangel / Prensa Fonacit

Fuente: Noticias Mas Verde Digital

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