septiembre 30, 2024 10:59 AM

Los animales silvestres no son mascotas

La belleza y exotismo de los animales silvestres puede tentar a muchos a capturarlos o comprarlos de manera ilegal para tenerlos como mascotas. Al sacarlos de su hábitat y tratar de domesticarlos se le causa daño al ecosistema e incluso se pone en riesgo a los humanos

Para muchas personas es cosa común poseer un loro, mono o serpiente en casa, en la ciudad y alejados de su hábitat natural. «Para domesticar un animal deben transcurrir millones de años», dice Grecia Marquís, médico veterinario y creadora de la Fundación Plumas y Colas en Libertad, organización que rescata especies salvajes y mantiene programas de educación sobre el tema.

Lo que muchos ignoran es que al tener este tipo de especies como mascotas no sólo se les causan un gran daño a los animales, sino que estos pueden llegar a convertirse en un riesgo de salud para aquellos que los poseen.

Las razones. Luis Morales, profesor y zoólogo del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela, explica que hay varios factores que tientan a tener a estos animales en casa. El primero son las tradiciones locales en varias partes del país, como por ejemplo la costumbre de tener loros y cotorras.

Marquís también cree que, aparte del capricho de poseer un animal exótico en casa, la ignorancia de las personas sobre lo que sufren estos animales es atribuido a la falta de información y campañas por parte de las autoridades y por eso la gente los compra y captura.

«Los animales salvajes no deben ser capturados para domesticarlos ni recluirlos en viviendas ni otras construcciones humanas. Una gran parte de los pichones de aves extraídos de la naturaleza muere antes de ser vendidos o recluidos en sus sitios de destino urbano», explica Morales.

De acuerdo con el experto, muchas especies jamás llegan a ser realmente domésticas, pues cuando son cachorros, los mamíferos salvajes suelen ser amistosos pero al llegar a adultos su conducta puede cambiar de forma imprevisible. Tanto las aves como los mamíferos silvestres desarrollan conductas anómalas cuando están confinados y existe la posibilidad de que resulten peligrosos.

Morales también explica que cada animal es parte de una red de interacciones con los de su misma especie y a la vez con otras, por lo que al destruir un nido de aves o una familia de mamíferos se está ejerciendo un impacto sobre el ecosistema. Y advierte que también hay consecuencias negativas para los humanos que poseen estos animales, pues estos pueden ser portadores de enfermedades, parásitos y patógenos que se transmiten a animales domésticos y posiblemente a personas.

Protección y conservación. Las leyes en Venezuela penalizan la captura y el comercio de estos animales. «Es ilegal capturar fauna silvestre excepto con fines concretos, delimitados en las regulaciones vigentes y con una permisología extremadamente estricta», dice Morales. Agrega que la Ley Penal del Ambiente establece sanciones de multas y cárcel para diversos tipos y grados de transgresiones ambientales, incluido el acoso, la captura, cacería y cualquier daño infligido a la fauna silvestre, en particular aquellas especies en veda, amenazadas o en peligro de extinción.

Otro de los grandes problemas que denuncia la Fundación Plumas y Colas en Libertad es la liberación de esos seres vivientes en sitios que no corresponden con su hábitat, y que en algunos casos andan con cordones amarrados en su cintura, cortándose la piel a medida que crecen y por eso se tornan muy agresivos.

En relación con la práctica de criar aves, mamíferos y peces silvestres para venderlos en las carreteras, pueblos y tiendas, Morales cree que eso sigue sucediendo porque las leyes no son acatadas. Para Marquís la legislación debe ir acompañada de otras acciones. En su opinión, en un país con la diversidad que tiene Venezuela hacen falta centros de rehabilitación y de rescate de fauna silvestre que reciban a los animales decomisados en la frontera o aeropuertos y en los que se les dé tratamiento médico y psicológico para luego liberarlos en su ambiente.

En la Fundación Plumas y Colas en Libertad consideran que los ciudadanos pueden ayudar a evitar el comercio ilegal. En su página web, la institución expone que la mejor forma de detener este tipo de mercado es no comprando estos animales. «Basta sólo con preguntarnos si queremos un prisionero en casa», enfatizan.

Fuente: El Nacional

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