No debes ser San Martín de Porres para que tu perro y tu gato se lleven bien, la convivencia pacífica y amistosa entre ellos es posible. Puede ser que introduzcas a la vida de un perro un gato o viceversa. También puede que los críes juntos desde pequeños. Lo último es ideal, coinciden los veterinarios Sergio Cuenca y Marisa Alcoreza.
Recuerda que ambos animales son cazadores por naturaleza y hay perros, como los pastores ingleses, “que van a querer seguir su instinto. No quiero decir que vayan a matar al gato, pero es su naturaleza perseguir y atrapar”, explica Cuenca. El veterinario recomienda que es mejor llevar a un perro donde el gato, “así él sabrá quién estuvo primero por el olor que deja el minino y respetará ese espacio”. También hay razas de gatos muy dominantes que no se dejan intimidar por los perros, como los siameses y los persas.
Cómo mantenerlos juntos
El espacio es vital. “Un departamento no es el lugar ideal para criarlos. El riesgo es que el gato vaya a estresarse y ambos necesitan jugar y estar muy activos”, detalla Alcoreza. Otro aspecto es reconocer al ejemplar dominante y respetarlo. “Si es el perro, no se lo debe reprender por querer conservar su espacio. Es más, se debe reforzar su posición de líder”, acota Alcoreza.
Algo importante es la comida. “Si los gatos ingieren comida no elaborada para ellos, puede ocurrir algo muy común con los felinos machos, a los que se le obstruye el uréter”, alerta Alcoreza.
Cuidando los detalles de espacio y comida propios, ambos pueden convivir sin pelear. “De por sí, los mininos son muy independientes y más convenencieros por lo que no andan esperando atención. Jamás hacen caso a sus nombres cuando se les llama, cosa que no pasa con los perros”, explica Cuenca.
La amistad entre perros y gatos puede ser muy estrecha. “Juegan mucho, se divierten, se cuidan y se acompañan”, agrega el veterinario.
Sin embargo, cuando uno de los dos fallece, el que queda puede entrar en una etapa de depresión y se le debe prestar más atención y cuidados. Esta pérdida puede causarle incluso la muerte, dado que el animalito deja de comer por pena. Así de grande puede ser la amistad entre los dos.
Fuente: La Razón