Según explica el psicólogo Hal Herzog, de la Western Carolina University, algunos seres humanos amamos a los animales por la necesidad del hombre de ser querido y recibir afecto, un hecho que queda demostrado por todas esas personas (incluído el autor) que reaccionan ante las peludas criaturas como quizás no lo harían ante otras personas con las que conviven.
Los animales son seres indefensos
Según Hal Herzog, los humanos tenemos una predilección por los animales que corresponde a la condición de desprotección de estos seres. Mientras que una persona puede reinvidicar, llamar a la policía o huir en un avión, el animal es un ser indefenso a merced de las decisiones de los seres humanos que planean asolar sus hábitats, servir sus cuerpos en bandeja de supermercado o convertirlos en restos de perrera. He ahí donde reside el principal handicap de empatía.
Los animales son inocentes
Un animal se volverá agresivo si trata de defenderse, pero nunca tendrá ese instinto malvado que sí caracteriza a algunos seres humano.
Es por ello que, además de ser indefensos, los animales sean inocentes, lo cual crea en el ser humano una mayor compasión hacia un animal que, sin necesidad de insultar, matar, golpear o cotillear, ve arrebatado su entorno, se ve empujado a vivir en la calle o es sacrificado porque «ya habían demasiados animales en la perrera». Triste pero cierto.
Los animales son nobles
Un perro es más que una mascota, es un compañero que siempre responderá de forma positiva ante nosotros si le tratamos bien y le cuidamos. A diferencia de otros familiares, ex-parejas o amigos, los animales siempre responden favorablemente aun cuando les hemos tratado mal o no les hacemos caso.
Y ese dato, especialmente en lo que a personas agradecidas se trata, gana por enteros al hecho de responder a otra persona que, quizás, no llegó a tratar como merecíamos.
Los animales llenan el vacío
En un siglo XXI en el que las personas «parecemos» más entremezcladas que nunca no deja de promoverse una individualidad que lleva cada día a más solteros, divorciados o solitarios a vivir solos en un apartamento, sin mayor compañía que la voz de la radio. Los animales se encargan de ocupar ese vacío y formar parte de nuestra rutina, de un nuevo ciclo en el que nos sentimos menos solos que antes.
Los animales son compañeros de vida
Muchos niños aprenden a apreciar a las mascotas como miembros de su propia familia desde que son pequeñitos, lo cual se traduce en una asocación ineludible cuando la persona alcanza la etapa adulta y relaciona al perro, gato o conejo con un vínculo afectivo superior a cualquier otro que pueda entablar con otras personas a lo largo de su vida.
Este recuerdo se convierte en algo íntimo, personal, en una estela de esa infancia que define nuestra personalidad para siempre.
Estos 5 motivos por los que cuidamos mejor a los animales que a algunas personas radican en factores mucho menos obvios de los que cabría esperar en un primer momento. No obstante, las mascotas no proveen de un afecto y cariño infinito que ninguna otra persona podrá aportarnos nunca. O no al menos de ese mismo y particular modo.
Fuente: Batanga