diciembre 2, 2024 7:21 AM

Salmón modificado genéticamente podría llegar a su mesa

Un salmón transgénico que crece el doble de rápido que su versión natural; un cerdo que produce panceta baja en grasas; otro cerdo cuyo estiércol tiene menos fósforo y por tanto contamina menos que los actuales; un ganado vacuno resistente al mal de las vacas locas. Son los primeros animales transgénicos destinados al… consumo humano. Todos aspiran a llegar al mercado algún día más o menos lejano, tras un largo e impredecible proceso de aprobación. Todos excepto el salmón, que ya ve la luz al final del túnel.

El salmón transgénico ha sido desarrollado por la compañía de Massachusetts (Estados Unidos) AquaBounty Technologies -de ahí que se llame salmón AquAdvantage-, y se trata de un salmón atlántico con dos piezas genéticas añadidas. La primera es un gen de la hormona del crecimiento donado por su primo gigante, el salmón real (Oncorhynchus tshawytscha). La otra es un interruptor genético tomado de una especie de viruela, unos peces de la familia Zoarcidae parecidos a anguilas y parientes lejanos del salmón.

El salmón atlántico natural tiene su gen de la hormona del crecimiento reprimido a bajas temperaturas. Las piezas genéticas añadidas le permiten activarlo en esas condiciones, como hacen las viruelas naturales. El resultado es un salmón que crece el doble de rápido que el normal. No es gigante, sino que tarda la mitad de tiempo en alcanzar el tamaño al que normalmente se comercializa (un año y medio en vez de tres años).

La empresa pionera persigue desde hace 10 años la aprobación de su salmón por el regulador estadounidense, la Food and Drug Administration (FDA). Miembros de la compañía aseguran que ya han aportado a la agencia casi todos los datos necesarios para la aprobación, y así lo han confirmado fuentes gubernamentales citadas por The New York Times. La primera reunión de la FDA para tratar sobre su aprobación tendrá lugar después del verano.

“Hemos recibido dos notificaciones del Centro de Medicina Veterinaria que nos informan de que han completado su revisión de las secciones cuatro y cinco de las siete que tiene la aplicación”, afirma la empresa. “Estas dos notificaciones suponen la aceptación de nuestros datos sobre el salmón AquAdvantage, que muestran la estabilidad de su genotipo y fenotipo a lo largo de las generaciones”.

Que el genotipo sea estable quiere decir que las piezas de ADN añadidas no se pierden ni se mueven en la descendencia del salmón transgénico original. Que lo sea el fenotipo [las cualidades externas] implica lo que se espera dado el anterior punto: que los salmones siguen creciendo al doble de velocidad aunque pasen muchas generaciones.

La empresa afirma que las dos secciones (seis y siete) que faltan en el largo protocolo tienen ya muy avanzado el proceso de revisión. Los expertos de la FDA, sin embargo, están divididos sobre la conveniencia de etiquetar el nuevo salmón como producto genéticamente modificado. Y el precedente de las semillas transgénicas permite augurar que las agencias reguladoras europeas -como la Agencia de Seguridad Alimentaria española- estarán más divididas aún cuando el debate cruce el Atlántico, tal vez a finales de este año. Las semillas transgénicas no se etiquetan como tales en Estados Unidos, pero sí en Europa.

Sus detractores, lo han llamado Frankenpez, argumentan que es muy difícil asegurar su inocuidad

La postura de las autoridades norteamericanas es que un producto alimentario debe ser etiquetado como “modificado genéticamente” sólo si su contenido o sus propiedades nutricionales son diferentes a los del producto natural. Éste no es el caso de este salmón: ni la hormona del crecimiento de origen externo ni el interruptor genético que la activa a bajas temperaturas están presentes en la carne del salmón que llegará a los supermercados. Estas modificaciones genéticas afectan a la velocidad de crecimiento, pero lo que crece es la misma cosa que en una situación natural, y el resultado es idéntico.

Pero lo mismo cabe decir de muchas semillas transgénicas en uso. El hecho de que una planta de maíz o de soja lleve un gen de resistencia a una plaga -como la toxina de la bacteria Bacillus thurigiensis, o Bt- no tiene ningún efecto sobre el contenido de sus semillas. Pese a ello, las agencias europeas obligan a los fabricantes a declarar en la etiqueta que se trata de un producto transgénico.

El salmón transgénico es idéntico al natural en color y sabor, y también en su contenido en proteínas, azúcares, ácidos grasos, vitaminas, minerales y demás nutrientes, según los datos que la empresa ha remitido a la FDA. Dada esta situación, los directivos de AquaBounty Technologies consideran que etiquetarlo en el supermercado resultaría “engañoso”.

Según la empresa Estadounidense,  la demanda global de proteína animal alcanzará los 20 millones de toneladas en 2020, una cifra que está fuera del alcance de las actuales técnicas de ganadería y pesca. Un salmón que crece el doble de rápido puede aliviar parte de esta presión.

También hay factores medioambientales que deben sopesarse. Por ejemplo, el mercado de la pesca es gravoso en emisiones de CO2, debido a las grandes distancias que recorren los barcos desde los bancos de pesca hasta los puertos, y a las que recorre después el pescado para abastecer los mercados mundiales. Unas piscifactorías más eficaces pueden traducirse en una mayor cercanía a los puntos de consumo.

Otro punto es que, pese a crecer muy rápido, el salmón transgénico es más eficaz que el natural en el aprovechamiento de la comida: necesita comer un 10% menos para alcanzar el mismo tamaño. Los salmones comen peces y aceite de pescado, de modo que esa mayor eficacia se traduce en menos presión sobre la propia actividad pesquera.

¿Quiere conocer más sobre los Alimentos transgénicos? Vea este documental.

Fuente: www.elpaís.com/BBC

Foto: AquaBounty Technologies Inc

Video: Youtube

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