Los productores del campo, y más específicamente los ganaderos, enfrentan una grave crisis en el sector por la escasez de medicamentos para sus animales y de alimento procesado. Esta situación ha hecho que muchos de ellos se vean obligados a vender o a sacrificar a sus animales para no perder toda la inversión. A continuación reproducimos un trabajo de investigación de la página Efecto Cocuyo para que usted pueda conocer los casos de forma más puntual.
Por: Mariel Lozada | @marielozada_
“A las vacas hay que darle dos kilos de alimento diario y yo les estoy dando medio kilo”, dice María Rosa Cuesta, productora del estado Mérida. Cuenta que, por lo duro que se ha tornado conseguir alimentos ya ha tenido que vender tres novillas. Relata que en los últimos dos años se ha vuelto difícil conseguir alimento para todas las especies que mantiene en su finca. “Los cochinos no tienen qué comer. A los pavos los tengo libres, que se alimenten como puedan. Para los perros pido huesos en un restaurante y hago una sopa”.
También cuenta que ya no tiene conejos, porque conejarina no se consigue y todo lo demás hace que se les caiga el pelo y les dificulta engordar. “Entonces, un conejo que tarda tres meses en engordar, tarda ocho y se pone viejo y duro”. No es la única afectada. Cuesta, cuenta que hace poco vio a su vecino y lo primero que le dijo fue “no sé qué hacer, tengo un montón de lechones y no encuentro cómo alimentarlos”. Cuesta, hace yogurt, queso, cuajada y varias recetas más a partir de la leche que obtiene de sus vacas, pero hasta eso se ha vuelto dificultoso. “Por la sequía y la escasez de alimentos, pasé de ordeñar las vacas dos veces al día, a ordeñarlas una sola vez. A las vacas especiales para leche hay que darles algo de proteína para que produzcan en abundancia. Hoy las ordeñé sin alimento”, cuenta.
Para obtener alimentos para su animales debe hacer tres o cuatro horas de cola. Las compara con las colas que hace para conseguir comida para su familia. “Yo produzco mucho de lo que como, y aun así, a veces se pasa hambre”.
No solo Cuesta califica la situación de “caótica”, Luis Enrique Guédez, de Pollos Amanacu, coincide con ella. Explica que el desabastecimiento de maíz amarillo y derivados de la soya es el que ha puesto en jaque la producción del alimento animal. “El maíz no alcanza para la distribución de alimentos para la gente, mucho menos para alimento concentrado”, explica.
Dice que muchas granjas están sacrificando sus unidades de producción o que optan por vender huevos fértiles, en vez de vender pollos para el consumo humano. “Ahora va a haber menos pollo en el mercado”. En el matadero de la empresa, antes se mataban 70.000 pollos al día. La cifra descendió a 35.000. Según el portal El Estímulo, la Corporación Venezolana de Comercio Exterior importó 122.000 toneladas métricas (Tm) de torta de soya y 90.000 Tm de maíz amarillo, que no subsanan al problema:
Esta problemática viene denunciándose hace algún tiempo. El 7 de febrero José Agustín Campos, presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Venezuela (Confagan) solicitó al Ejecutivo nacional se aplique un Plan de Emergencia para solventar la falta de alimentos y medicinas en el sector. Y es que la crisis no es solo de alimentos: tampoco hay medicinas para los animales.
El 02 de marzo Giovanni Alvarado, responsable de gremios del partido Voluntad Popular en Yaracuy, publicó una nota de prensa para denunciar la crisis sanitaria por falta de medicamentos en el estado. “La alta deficiencia de fármacos utilizados en la inmunización contra virus o bacterias que perjudican la salud animal, tanto de mascotas como de los animales de producción (bovino, porcino, aves, caprinos), que afectan la salud de las personas por desencadenamiento de enfermedades zoonóticas (enfermedades derivadas de animales)”, se puede leer en el comunicado.
No sólo los ganaderos, las mascotas también sufren
Rodolfo Bocaranda tiene un perro desde hace poco más de un año, y en ese corto tiempo ha sufrido para poder alimentarlo. “Antes compraba una gran cantidad, pero ahora tengo que comprar por puñitos. A la larga es la misma cantidad y por más dinero”.
Cuenta que, aunque ahora siempre la encuentra, hubo unos meses en que la perrarina desapareció de los estantes. “Teníamos que resolver dándole pollo, arroz, auyama o zanahoria.
El alimento no es la única preocupación para los que tienen amigos de cuatro patas: una consulta veterinaria de control, sin tratar ninguna emergencia, cuesta Bs 1.000 en un centro veterinario de Las Acacias, en Caracas. A eso hay que hay sumarle los precios de los exámenes, en caso de que el peludo esté enfermo, y muchas veces los precios son incluso superiores a los de exámenes para humanos. Bocaranda cuenta que llegó a pagar Bs 600 por un examen de orina para su mascota.
Bocaranda narra que hace poco conversó con un amigo que le dijo que no encontraba cómo alimentar a su perro, que es un mestizo de dos razas grandes y consume casi 2 kg de perrarina diarias. “Le dije lo de los vegetales que no es que es barato, pero le abarata los costos”.
También es amigo del encargado de vender los plátanos en la esquina de su casa, que le comentó que a él le encantaría tener un perro pero su situación económica no se lo permite. “Le regalaron uno, pero no lo quiso aceptar para no tener a un perrito pasando trabajo. Le cuesta mantenerse él, no puede con otro ser vivo”.
“Hasta los animales sufren la crisis”, culmina.