30 de septiembre de 2025 – En un mundo cada vez más interconectado, el surgimiento y la propagación de enfermedades emergentes representan una amenaza constante para la salud humana y animal. En este escenario, el papel del médico veterinario adquiere una importancia crucial, actuando como un pilar fundamental en la prevención, detección y control de estas patologías.
Los médicos veterinarios son los guardianes de la «Una Salud», un enfoque que reconoce la interdependencia entre la salud humana, la salud animal y la salud del medio ambiente. Su labor se extiende mucho más allá del cuidado de las mascotas, abarcando la vigilancia de la fauna silvestre y de los animales de producción, lo que los convierte en los primeros centinelas contra las enfermedades zoonóticas, aquellas que se transmiten de animales a humanos.
La crisis global generada por la COVID-19 puso de manifiesto la necesidad de fortalecer la cooperación entre las diferentes disciplinas de la salud. En este contexto, los médicos veterinarios contribuyen activamente en la investigación, el diagnóstico y el desarrollo de estrategias de bioseguridad. Su experiencia en epidemiología animal les permite identificar patrones y factores de riesgo que pueden desencadenar brotes, alertando a tiempo a las autoridades sanitarias.
Además, su rol en la seguridad alimentaria es vital. A través de la inspección de granjas y mataderos, garantizan que los productos de origen animal que llegan a nuestras mesas estén libres de patógenos. Su amplia formación en microbiología y virología les permite identificar y controlar agentes infecciosos como la influenza aviar, la rabia, y otras enfermedades que representan un riesgo latente.
En conclusión, el médico veterinario es un actor clave en la defensa de la salud pública. Su compromiso y experiencia son indispensables para construir sistemas de vigilancia más robustos y efectivos, capaces de anticiparse a las amenazas y proteger a la sociedad de las futuras pandemias.
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MJI/ PRENSA AVISA
