El aumento de temperaturas está alterando el ciclo del agua, proceso fundamental para la circulación del líquido más vital en el planeta. Expertos afirman que esta situación se está agudizando, dejando como consecuencia inundaciones o sequías extremas.
A través de observaciones en los últimos 20 años, los científicos han detectado que el calentamiento global está intensificando el ciclo del agua, un proceso que permite el movimiento continuo en sus cinco etapas: evaporación, transpiración, condensación, precipitación e infiltración.
Por cada grado de aumento en la temperatura global, el ciclo del agua podría incrementarse al punto de transformar las áreas húmedas en más húmedas y las áreas secas en más secas, exacerbando eventos climáticos enormes.
En el mundo, el cambio climático está modificando los patrones de precipitación. Esto puede notarse a través de lluvias torrenciales que incrementan el riesgo de inundaciones en ciertas regiones, mientras otras experimentan sequías largas que inciden directamente en la disponibilidad de agua dulce.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), solo el 0,5 % del agua en la Tierra es dulce y utilizable. Sin embargo, el cambio climático está afectando peligrosamente este recurso tanto en calidad como en cantidad.
En los últimos 20 años, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), afirma que el almacenamiento del agua terrestre, incluyendo la humedad del suelo, la nieve y el hielo, ha disminuido al ritmo de 1 centímetro por año. Esto ha limitado el acceso de agua en algunas zonas y la generación de agua no apta para el consumo en otras.

Las sequías, el calor y las inundaciones extremas son cada vez más frecuentes, lo que está directamente relacionado con las alteraciones en el ciclo del agua, que no solo afecta a las personas, sino también a la economía y la agricultura.
Esto último se aprecia en las pérdidas de cultivos, frutos más pequeños, baja polinización y fecundación; menos absorción de agua y nutrientes del suelo; y menos producción, rendimiento y calidad de las cosechas.
Un ciclo del agua alterado también perjudica etapas como la evaporación, escurrimiento y humedad del suelo, dejando todo listo para la existencia de suelos secos o saturados.
En Venezuela, el arroz y el maíz son algunos de los cultivos que ya están sintiendo los efectos del cambio climático.
El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024 de la ONU indica que, en zonas como la Guajira, la aridez de la tierra junto con el aumento de eventos meteorológicos extremos ha producido condiciones adversas, especialmente para los indígenas Wayúu en sus actividades agrícolas y ganaderas.
Una solución accesible a este problema es el monitoreo hidrológico, una herramienta que permite prepararse para mitigar los impactos de los eventos meteorológicos extremos en el futuro y así poder adaptarse.
Fuente: Efecto Cocuyo