Ese es el slogan de un afiche que llegó hace unos días… En seguida vine a la memoria todos los gestos que he vemos en los perros, los propios y los ajenos, los de la calle, los que están tras las rejas de las casas o asomados en los balcones; los que cuidan un terreno, los que deambulan por las zonas rurales… y ¿saben ? Los perros, esos maravillosos animales que el hombre ha usado de tantas maneras desde hace 120.00 años, SÍ tienen sentimientos.
Más allá de todos los estudios que etólogos, zoólogos, psicólogos han realizado acerca de la afectividad de los animales, podemos descubrir su lenguaje al toparnos con nuestro perro o cualquier perro: su gestualidad corporal nos indica su estado de ánimo, sus necesidades, sus advertencias.
Por ejemplo, las colas en movimiento continuo nos muestran la alegría del perro que es contagiosa; cuando llegamos a casa y nuestro perro nos da la bienvenida agachándose con sus dos patas delanteras y subiendo la cola, ladrando y mordiéndonos un poco, sabemos que nos está diciendo:
– “hola, ¿cómo te fue en el trabajo? ¿Qué me trajiste de la cacería (jeje), perdón, del mercado?”.
Cuando regañamos a un perro, vemos gestos de sumisión: acostarse del todo y poner su cabeza entre sus patas… piden disculpas cuando hacen eso… si están molestos por algo, gruñen y ladran… si van a defender a su manada, o sea, a nosotros o su territorio advierten la amenaza y defienden hasta con su vida lo que consideran suyo, entonces, si entendemos tan bien a los perros, sin necesidad de estudiar el lenguaje canino, por qué tantas veces olvidamos su condición de ser “Sintiente”.
Un animal siente hambre, si está siendo “castigado” físicamente sufre en sus emociones y siente dolor en su cuerpo, igual que nosotros. Un animal a la intemperie siente frío, calor, sofoco, e incluso, puede morir de golpes de calor si no le ofrecemos agua fresca para beber y un techo y lugar fresco donde guarecerse del sol, de la lluvia, del viento.
Los animales sienten como los seres humanos y su dolor no es diferente al nuestro; si están enfermos –con sarna, por ejemplo-, los echan de todos lados, y resulta que lo que están pidiendo es ayuda porque su piel les duele hasta causarles la muerte si no los curamos y curarlos es fácil y lo podemos hacer todos.
Si vemos a un animalito con una herida abierta podemos prever que sufrirá una miasis (gusanera) y que eso duele, igual que nos dolería a nosotros; cuando vemos a un cachorro en la calle solo, debemos imaginar que se siente abandonado sin una manada que lo proteja, igual que se siente un niño sin sus padres. Si se golpea a una mascota o un perrito o gatico callejero le provocamos dolor a un ser vivo que sufre, que sabe querer, que se hace parte de nuestra familia y que por sobre todas las cosas del mundo, nos enseña que podemos ser mejores seres humanos si aprendemos a proteger a los más débiles.
Si vemos a alguien haciéndole daño a un animal, reclamemos y defendamos a quien no tiene voz para hacerlo; si perdemos la paciencia con nuestra mascota, recordemos que reprendiéndola sin golpearla, aprenderá: Los animales aprenden pero alguien les debe enseñar.
Seamos mejores personas: Respetemos la vida.
Fuente: .inspirulina